Nunca te pedí que lo comprendas.
No hubo nada más importante que mis obsesiones.
Todos estamos ciegos de alguna manera.
Las horas confusas ya no están conmigo
se desprendieron como telarañas de los ojos de los muertos.
Las llamas que me ardieron me revelaron
vetas de una luz que indulta en cierto modo a los desamparados
aquellos que elijen el autoexterminio
placer, horror y culpa.
No vuelvas a sentarte en este banco
a buscar mi voz en la sirena de último barco
ni intentes seguir el itinerario que te lleve al umbral de lo desconocido.
Las puertas ya quedaron abiertas en los pasadizos.
Llegará el instante en que verás
la génesis y el final de todos los tiempos
los dos provienen y se agotan en el silencio.
Una flecha te atravesará la garganta y los oídos
hablarás y entenderás todos los idiomas
serás cada ser humano,su poder y su miseria
cada guerra, su dolor y su hambre
cada desierto
cada ave
todos los sueños y sus incertidumbres.
Todo está escondido en el último lugar en el que buscarías.
Todo está en lo profundo de vos mismo.
Yo lo aprendí, pero ahora es tarde.
Andáte Martín de esta plaza solitaria.
No tolero sentir tu frio.
Alejandra.
PD:
Ésta madrugada del 30 de abril de 2011 murió don ERNESTO SÁBATO. Él fue el único que pudo comprenderme desde su fragilidad que era también la mía. Aquí lo espero para que por fin deambulemos juntos. Alejandra
Vaya, con lo bonito que me había quedado y no te lo pude enviar a la primera. Bueno. De haberte muerto otro día me habrias pillado en otro estado de ánimo seguramente y no habría dedicado ni una hora a pensarte.
ResponderEliminarAhora vuelvo.
Hay lecturas que me han buscado, no lo entiendo de otro modo. Han sido cuatro o cinco, o seis. Son las más importantes para mí porque han llegado en el momento importante.
ResponderEliminarEn este caso me encontraba en casa necesitado de algo importante. Daba la casualidad de que tenía la colección Seix Barral en casa, que habían comprado mis padres con unos sillones si mal no recuerdo.
Cogí el segundo libro de la "trilogía" (el Abaddón lo leería un año después)sin conocer al autor. Como no soy desde el principio un ser gregario yo mismo ne he recomendado mis lecturas, aunque a veces tengo mis dudas (vanidad).
No pasé muchas páginas cuando comencé a inquietarme. Tenía delante a unos personajes con la misma edad que yo y con un comportamiento próximo al mio.
Cuando pasaba por un parque me imaginaba a Martín sentado y a Alejandra detrás, observándolo; o me imaginaba que yo era Martín. En ese momento, cuando la lectura estaba fresca (una lectura que podría deprimir a cualquiera) me llenaba de aventura.
Alejandra me recuerda a la Morella de Allan Poe. Martín aparece como acomplejado ante el abismo y la distancia que ella suponía.
Son un tópico, como lo es Dostoievski.
Son diferentes pero son los mios: Borges/Sábato.
IVAN CUENCA, ESPAÑA
no sale esta carta en el libro :s
ResponderEliminarHermoso, sublime, gracias.
ResponderEliminarHermoso homenaje a un personaje tan poderoso y magnético como lo es Alejandra Olmos, un personaje en un libro que me sigue atrayendo tras haberlo leído años atrás. Felicitaciones por tu bello poema. Te invito a leer mi blog www.emocionesysesgos.blogspot.com allí también tengo un pequeño análisis de la trilogía de Sábato.
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