mi pecho se enardece
ante la señal que traes contigo
tu boca decide el rumbo
altivo perdrigòn que lacera mis oidos
con las ciénagas que llevas dentro
me cantan tus doncellas sus desvarìos
me convence el grito del vigìa
que descubre la costa salvaje y suda
agua, dèjate beber, ahora
¡Ay de los los paraìsos
libados al regreso de las horas ...!
estàn todas mis bocas
todas mis lenguas en una sola
y lo aprehendido es càscara, yema, manos
al devenir de un òvulo circunciso e infecundo
que se enreda entre tus peces que lo visten de saturno
y me desnudan
apenas te conozco diluida
apenas me reconozco

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